Ricardo Eliecer Neftalí Reyes Basoalto
Pablo Neruda
Pablo GyC
Pablo Neruda nació el 12 de julio de 1904. Hijo José del Carmen Reyes y Rosa Basoalto que murió cuando tenía un mes. Su padre se casó con Trinidad Candia Marverde. Ingresa al Liceo de Temuco, donde cursa hasta el sexto de humanidades. A los 13 años publica en el diario La Mañana el artículo “Entusiasmo y perseverancia”. Escribió su primer libro, Crepusculario. En 1919, obtiene el tercer lugar de poesía. A los 16 años publica en la revista Selva Austral. Conoce a Gabriela Mistral. Firma como Pablo Neruda por el escritor Jean Neruda, para protegerse de su padre. A los 20 años publicó Veinte poemas de amor y una canción desesperada. A los 23 comenzó su carrera diplomática siendo cónsul en Rangún, Birmania, en Sri Lanka, Java, Singapur, Buenos Aires, Barcelona y Madrid.
En 1930 se casó con María Antonieta Haagenar Vogelzanz "Maruca". De la unión nació Malva Marina Trinidad, que murió en 1943, a los ocho años.
Se separó de Maruca en 1936 y se casó con Delia de Carril en México.
Escapa de una persecución política en 1949 y vive en la clandestinidad entre Chile y Argentina. Llega a París, es protegido por Picasso y regulariza su situación. Es miembro del Consejo Mundial de la Paz. Viaja con Delia a Checoeslovaquia, Unión Soviética, Polonia, Hungría, México, Rumania, India, Italia, Francia, República Democrática Alemana (RDA), Guatemala. En Varsovia, en 1950, recibe el Premio Internacional de la Paz por su poema "Que despierte el leñador". Exiliado vive en Capri y Nápoles con su futura esposa Matilde Urrutia. Recibe la noticia de que ya podía volver a Chile y regresa en agosto de 1952. Allí lo espera Delia del Carril y es recibido con varios actos públicos.
En 1966 se casa con Matilde Urrutia en una sencilla ceremonia civil y privada en su casa de Isla Negra, donde conserva sus particulares colecciones de caracolas y mascarones de proa.
Es “Miembro honorario” de la Academia Chilena de la Lengua. En la campaña presidencial el Partido Comunista lo elige pre-candidato, pero renuncia en favor de Salvador Allende como candidato único de la Unidad Popular, que triunfa en 1970. El 21 de octubre de 1971 recibe el premio nobel de literatura.
Es Embajador en Francia. El 5 de diciembre de 1972 el pueblo le realizó un homenaje en el Estadio Nacional. En febrero de 1973, por salud renuncia y el 19 de septiembre es trasladado a Santiago donde, a los 69 años, deja de existir. El 11 de septiembre Allende había sido violentamente derrocado por Pinochet, y la casa de Neruda en Santiago fue saqueada y sus libros incendiados. Su funeral se realizó en el Cementerio General, rodeado de soldados armados. Aun así, se escuchaban desafiantes gritos de homenaje a él y a Allende, junto a la entonación de La Internacional.
Algo de su prosa, que refleja quién fue y seguirá siendo:
“...mi poesía y mi vida han transcurrido como un río americano,... aceptó la pasión, desarrolló el misterio y se abrió paso entre los corazones del pueblo...me tocó padecer y luchar, amar y cantar... probé el gusto del pan y el de la sangre, ¿qué más quiere un poeta?...he vivido para mi poesía y mi poesía ha sustentado mis luchas... muchos premios he alcanzado, como mariposas de polen fugitivo... he llegado a ser poeta de mi pueblo... mi premio es ese momento cuando en el fondo de la mina, a pleno sol en la calichera abrasada, desde el socavón del pique ha subido un hombre como si ascendiera desde el infierno, con la cara transformada por el trabajo terrible, con los ojos enrojecidos por el polvo y, alargándome la mano endurecida, esa mano que lleva el mapa de la pampa en sus durezas y en sus arrugas, me ha dicho, con ojos brillantes: “te conocía desde hace mucho tiempo hermano”. Ese es mi premio... ese obrero a quien el viento y la noche y las estrellas de Chile le han dicho muchas veces: “no estás solo, hay un poeta que piensa en tus dolores”.
Algo de su poesía:
Cuerpo de mujer
Cuerpo de mujer, blancas colinas, muslos blancos,
Te pareces al mundo en tu actitud de entrega.
Mi cuerpo de labriego salvaje te socava
y hace saltar al hijo del fondo de la tierra.
Fui sólo como un túnel. De mí huían los pájaros,
y en mí la noche entraba en su invasión poderosa.
Para sobrevivirme te forjé como un arma,
como una flecha en mi arco, como una piedra en mi honda.
Pero cae la hora de la venganza, y te amo.
Cuerpo de piel, de musgo, de leche ávida y firme.
¡Ah los vasos del pecho! ¡Ah los ojos de ausencia!
¡Ah las rosas del pubis! ¡Ah tu voz lenta y triste!
Cuerpo de mujer mía, persistiré en tu gracia.
Mi sed, mi ansia sin límite, mi camino indeciso.
Oscuros cauces donde la sed eterna sigue,
Y la fatiga sigue y el dolor infinito.
Déjame sueltas las manos
Déjame sueltas las manos
y el corazón, déjame libre.
Deja que mis dedos corran
por los caminos de tu cuerpo.
La pasión -sangre, fuego, besos-
me incendia a llamaradas trémulas.
Ay, tú no sabes lo que es esto
Es la tempestad de mis sentidos
doblegando la selva sensible de mis nervios.
Es la carne que grita con sus ardientes lenguas
Es el incendio.
Y estás aquí, mujer, como un madero intacto
ahora que vuela toda mi vida hecha cenizas
hacia tu cuerpo lleno, como la noche, de astros.
Déjame libres las manos
y el corazón, déjame libre
Yo sólo te deseo, yo sólo te deseo,
No es amor, es deseo que se agosta y se extingue,
es precipitación de furias,
acercamiento de lo imposible,
pero estás tú,
estás para dármelo todo,
y a darme lo que tienes a la tierra viniste
como yo para contenerte,
y desearte,
y recibirte
Poema XX
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Escribir, por ejemplo: “La noche está estrellada,
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos”.
El viento de la noche gira en el cielo y canta.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Yo la quise, y a veces ella también me quiso.
En las noches como esta la tuve entre mis brazos.
La besé tantas veces bajo el cielo infinito.
Ella me quiso, a veces yo también la quería.
¡Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos!
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.
Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella.
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.
¡Qué importa que mi amor no pudiera guardarla!
La noche está estrellada y ella no está conmigo.
Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.
Mi alma no se contenta con haberla perdido.
Como para acercarla mi mirada la busca.
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.
La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.
Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.
Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.
De otro. Será de otro. Como antes mis besos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.
Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.
Porque en noches como esta la tuve entre mis brazos,
mi alma no se contenta con haberla perdido.
Aunque este sea el último dolor que ella me causa,
y estos sean los últimos versos que yo le escribo.
Sobre México escribió mucho porque lo quiso mucho. Aquí algo de ello:
“México es una tierra de vasijas y cántaros y de frutas partidas bajo un enjambre de insectos. México es un campo infinito de magueyes de tinte azul acero y corona de espinas amarillas... Y no hay en América, ni tal vez en el planeta, país de mayor profundidad humana que México y sus hombres y mujeres.”