jueves, 30 de enero de 2014

Y alza el vuelo sin fin...


“Y alza el vuelo sin fin...”
José Emilio Pacheco: describir este mundo
Luis Hernández Navarro

Con bastón en mano y casi 71 años de edad a cuestas, ataviado con el obligado chaqué que tanto le aterraba, José Emilio Pacheco entró en el Palacio de los Filósofos, en Madrid, para recibir el Premio Príncipe de Asturias. Era un día de abril de 2010 y los fotógrafos disparaban sus cámaras como si soltaran ráfagas de ametralladora. Él volteó a verlos. Súbitamente, como si fuera una traición, sus pantalones comenzaron a caerse. Haciendo gala de reflejos, el poeta los sujetó nuevamente sobre su cintura. No llevaba tirantes para sostenerlos. Rogelio Blanco, entonces director general del Libro, Archivos y Bibliotecas, entró en su auxilio. Ambos desaparecieron en una escalera para solucionar el entuerto. Instantes después retomaron el camino al recinto donde se celebró la ceremonia de su premiación.

Riéndose de sí mismo, José Emilio narró la anécdota en el restaurante 10 de la colonia Condesa, a unas cuantas cuadras de su casa, mientras devoraba una enorme arrachera y disfrutaba una copa de vino tinto. “Lo que me sucedió –dijo a sus comensales, convocados por la historiadora Celia Maldonado– fue un buen argumento contra la vanidad”.

Curiosa ironía. Nada más alejado de la naturaleza de José Emilio Pacheco que pretender sentirse superior a los demás, que jactarse de sus logros, que tratar a cualquier persona de manera desconsiderada o altanera. Por el contrario, si alguna cualidad tenía en su relación hacia los otros era la de brindarles un trato de iguales, la de hacerlos sentir considerados, reconocidos.

Su sencillez era ajena a toda pose. Poco antes de recibir el Príncipe de Asturias, abrumado por los honores y el acoso de la prensa, se sinceró con un periodista: mi próxima batalla es sobrevivir esta semana. Es gratificante pero aterrador...no estoy acostumbrado a tanto revuelo.

martes, 28 de enero de 2014

José Emilio Pacheco

José Emilio Pacheco
Instituto Cervantes
(1939 – 2014)

Poeta, narrador, ensayista y traductor, de los más importantes de la literatura mexicana del siglo XX. Estudió en la Universidad Nacional Autónoma de México, donde inició sus actividades literarias en revistas estudiantiles. Colaboró en el suplemento Ramas Nuevas de la revista Estaciones, y fue jefe de redacción del suplemento México en la Cultura. Fue profesor en universidades de México, Estados Unidos, Canadá e Inglaterra.

Su obra poética, caracterizada por la depuración extrema de elementos ornamentales, destaca por su compromiso social con su país. Temas como el paso del tiempo, la vida o la muerte vertebran su obra. De su poesía destacan Los elementos de la noche (1963), No me preguntes cómo pasa el tiempo (1969), Los trabajos del mar (1984), Miro la tierra (1986) y Ciudad de la memoria (1989).

Su obra narrativa destaca por la experimentación en nuevas estructuras y técnicas narrativas. Temas como la pérdida y singularidad de la niñez, así como la relaciones afectivas son recurrentes en su obra, aspectos todos ellos enmascarados por su preocupación social e histórica de México. Como narrador destacan sus relatos El viejo distante (1963), El principio del placer (1972), La sombra de la Medusa y otros cuentos marginales (1990) y la novela Morirás lejos (1967) y Las batallas del desierto (1981). Sus artículos y ensayos son numerosos y casi todos versan sobre literatura, aunque también abordan asuntos políticos y sociales. Destaca también su labor como editor y traductor.
Entre los galardones otorgados destacan los premios Magda Donato (1967), Xavier Urrutia (1973), Premio Nacional de Periodismo (1990), Premio Nacional de Ciencias y Artes en el campo de la lingüística y literatura (1992), Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana (2009) y el Premio Miguel de Cervantes (2009).

Es miembro de El Colegio Nacional (México) desde 1986 y profesor distinguido en el Departamento de Español de la Universidad de Maryland.